viernes, 26 de febrero de 2016

¡QUÉ CREIDO ME LO TENGO!

Lo confieso, tengo problemas alimenticios, o alimentarios, no se, pero algo de eso hay- Vaya, que a mi no me gusta comer. A mi lo que me gusta es lo que viene siendo guarrear- Cualquier cosa susceptible de ser comida que contenga azúcar, conservant.es, acidulantes y ocho mil calorias repartidas entre hidrátos de carbono y grasas de las que suben el colesterol al decimoquinto piso puede ser susceptible de convertirse en uno de mis platos favoritos. Comer como, ´soy humana, siento hambre y como, pero me aburro. ¿Y qué como? Porque si me aburre comer, lo de preparar la comida ya puede hacer que se me quite el hambre con sólo pensar en sacar una olla. Digamos que mi plato favorito no tiene nada que ver con un brócoli o una menestra.
Y lo intento. Ya he aprendido a usar (un poco) la olla esprés y hasta tengo un par de platos que dan el pego. Pero, de vez en cuando, la neurona se lía un delantal y... evidente, la lía.
Siempre lo diré, internet es muy malo- Fíjate en tí mismo, conectado a la red y perdiendo el tiempo puediendo hacer otras miles de cosas, ¿Digo miles? ¡Millones de cosas! Podrías estar pintando un cuadro, corriendo una maratón, buscando ricones curiosos desconocidos de tu ciudad, cocinando...
Pues estaba la otra tarde planteándome hacer una de las anteriores actividades porque sigo sin aprender a jugar a la PStation, mi Bendito tenía más añoranza de la videoconsola que de mis perogrulladas y Ojos Negros tenía sus propias chorradas así que recordé una receta que lei, por facebook creo recordar, de nosequecosadulce con coco que era batidora y microondas. Eso era muy fácil. Coco, huevos y leche condensada. Yo ya había pensado en hacerlo y hacía más de diez días que tenía comprado los ingredientes. Viendo la aburrida tarde que me esperaba decidí meterme en una de las zonas más inhóspitas de mi hogar, la cocina. Me metí en faena, conseguí montar las claras a punto de nieve. No quise dármelas de gran chef y no se lo comuniqué a nadie. Bueno, igual sí que fui por la casa paseando un bol con merengue y diciendo a diestro y siniestro "miraaaaa, lo he hecho yo sola" pero igual nadie lo consideró una hazaña.
El segundo paso era más fácil aún, tan solo había que mezclar el coco, las yemas y la leche. A mi nadie me avisó. Yo tenía un aparato eléctrico enchufado y con accesorios, no iba a usar una simple cuchara de madera, que estamos en la era de la electricidad. Recuerdo haber tenido un primer aviso cuando casi acaba todo ese mejunje en el suelo, pero tuve reflejos de gata y eso me dio más confianza en mi misma. Lo siguiente que recuerdo son mis gafas llenas de masa de nosequedulce con coco. Eso no fue todo. Tras limpiar los cristales y colocármelas de nuevo, el desastre se hizo más evidente, tenía media cocina bañada de nosequedulce con coco.
Reconozco que mi primer impulso fue echarme a llorar desconsoladamente y creo que hasta la intenté pero tuve un nanosegundo de racionalidad y fue suficiente para desencadenar un auténtico ataque, de risa pero ataque a fin de cuentas.
Tras unos minutos peleándome con una bayeta y el nosequedulce con coco de las paredes, mientras segúia bañada en un mar de lágrimas, fruto de mi ataque, de risa pero ataque, me sentí JASP (joven aunque sobradamente preparada, era un anuncio de coche de cuando era joven -nota mia-) Dispuesta al   último paso, tres minutos con el mejunje en el microondas. La receta lo decía muy claro, tres minutos a máxima potencia y otros tres de reposo.
Lololo.. abro horno, esto es poco tiempo, esto baila, dos minutos más...
Se desmoldó bien, ningún problema. Pero debe enfriarse. Una noche en la nevera y para el dasayuno tendremos un dulce casero.
Por las mañanas suelo ir algo más despistada que el resto del día y, simplemente, olvidé que había un pastel de coco en la nevera. Cuando volví a acordarme de mi pastel de coco estaba segura que no se lo podrían haber comido todo y esa tarde merendaría. Me llamó la atención que hubieran comido tan poco pero, claro, la leche condensada llena muchísimo. Y el coco... Esto es una bomba, seguro que un trocito pequeño ya llena mucho. Cortaré solo un poco. ¿Cortar? ¿Dónde tengo la radial? ¡Cómo es posible que el frío lo haya endurecido tanto! Además lo había tapado.
Que conste que reconozco que mi nivel de cocinera a llegado al punto de saber que mejor será que vaya dejando lo de cocinar a los especialistas y yo me vaya dedicando a hacer calceta o algo que, por el bien ajeno, me mentenga alejada de internet.

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