martes, 29 de abril de 2014

Malditas gafas

Era sábado por la mañana. Lo recuerdo perfectamente porque me desperté sin que tuviera que sonar ningún tipo de alarma. Claro que, ahora que ¿pienso?, igual era domingo o, ahora que acaba de pasar la Semana Santa, a lo mejor fue un día de fiesta. Casi mejor vuelvo a empezar.
Me desperté un día que no tenía que ir a currar. Como no tenía nada de prisa mis movimiento se volvieron catorce veces más lentos de lo habitual (cronómetro en mano). Como cada mañana, llegó el momento de lavarme el careto. Para quien no me conozca físicamente diré que yo no llevo gafas, es sólo que desde pequeña me plantaron sobre la nariz unos hierros que ponían delante de mis ojos sendos culos de botellas.  
Como no tenía prisa, y ya no pienso volver a mencionar por qué, me dediqué a ponerme crema en la cara, pero nada de un churrito esparcido a toda leche, no. Me puse la crema de la cara dándome un señor masaje facial (¡y que bien suena eso de “masaje facial"!) y además podía mirarme al espejo. Vamos, que sólo me ponía crema, no estaba, a la vez, terminando de preparar el desayuno o haciendo la cama, ni hablar. Sólo me ponía crema, y me miraba al espejo.  
Reconozco que, para la edad que tengo, tampoco estoy tan mal. Mucho meterme con los anuncios de cremas pero, parece ser que van haciendo su efecto, parece que en la cara no se me nota el envejecimiento tanto como en el resto del cuerpo ¿no?  Ni tan mal...
Y fue un acto reflejo. Ni lo pensé. Igual es que hacia tanto tiempo que no me miraba al espejo que estaba tratando de reconocerme, para recordarme. Y lo hice. De pronto, y mientras seguía mirándome al espejo, me puse las gafas. Por favor, los que me conozcáis, olvidad el párrafo anterior. Gracias 

lunes, 21 de abril de 2014

¡SACRILEGIO!

Manda narices que sea precisamente la tecnología la que me haya llevado al más puro ostracismo ante mi familia y me vea sicológicamente obligada a desahogarme contando mi vida, historias y lamentos en esta red de redes en la que uno puede llegar a sentir la soledad de la multitud (snif, snif). Todo empezó una tarde festiva y familiar. Como a todas las viejas, el tiempo acaba dándome la razón y la monarquía no es buena, no. Nunca es buena. Los RRMM le trajeron a Ojos Negros un mando para la wii muy bonito, de Disney, con princesitas y chorradas de esas que le gustan a la susodicha. El mando será muy mono, tó lo que tu quieras, pero una caca como una vaca. A falta de unos juegos reunidos Geyper como dios manda, había que echar mano de la wii. ¿Pues no va la mierda del mando y se rompe? Ahí estábamos Mi Bendito, Ojos Negros y El Chiquillo y de pronto va la niña y sentencia: - Lo siento abuela, sólo hay tres mandos. Vamos, que ni a echarlo a suertes, ni a los chinos ni a piedra, papel, tijera. Me había tocado y sólo me quedaban dos opciones. La primera era, como no, ponerme a patalear, lloriquear, decir que por qué yo… pero, no sé, me pareció que igual daba mucho el cante y que cuando una pretende ir de mujer mayor con dos dedos de frente y mucha sabiduría… pues no, no colaba. Mi otra opción también estaba clara. Ponerme a mirar cómo juegan y hablar, hablar como una descosida aprovechando que ellos están concentrados con las normas del juego. Y lo hice, vaya si lo hice. Primero fueron las miraditas, luego las insinuaciones del tipo “¿quién? que quién te escucha) y tras las miradas sentenciadoras decidí desahogarme con todos y con nadie en la soledad de la red de redes (es que el otro día en la tele estuve viendo un rato de la peli “Rey de Reyes” –la siesta fue de guiness- y me ha influenciado, cosas de la semana santa) Ahora que ¿pienso?, casi que parece que estoy poniendo una excusa por escribir en el blog, y no. Que esto es mi blog y escribo cuando quiero (otra influencia más, “it’s my party and I cry if I want to) El problema es tuyo si aún sigues leyendo, pero cuando quieras, mamá (que debe ser la única persona que a estas alturas sigue leyendo) y de forma privada, te paso los datos de mi psiquiatra. Aunque no lo parezca, tengo algo que contar. El título tiene mucho que ver con mis sentimientos cada vez que veo un anuncio en concreto. ¿Te imaginas un anuncio en el que saliera Jesús diciendo: “- Tal y como multipliqué los panes y los peces, así haré con vuestros ahorros y vuestras preferentes.” Pues no, lo habrían censurado nada más presentar la agencia de publicidad el título de la campaña. Impensable. Ahora enciende tu televisor, espera la siguiente tanda de anuncios y verás. También podría haber puesto un enlace directo con youtube, que seguro que tiene el video colgado pero soy muy vaga, yo sólo escribo, hacer virguerías con las aplicaciones informáticas no es lo mío. Para que lo busques, y por si todavía no se te han rasgado las vestiduras, estoy hablando del anuncio de un banco que utiliza la imagen de Bob Dylan. No tengo suficientes datos como para poder escribir nada coherente sobre este señor. Algunas de sus canciones me gustan mucho, muchísimo. Otras me aburren mucho, muchísimo. No entiendo muy bien por qué un tipo que se llama Zimmerman y va de “auténtico” acaba llamándose Bob Dylan, claro que mucho menos entenderé a su hijo que dice llamarse Jacob Dylan y que no quiere que se le relacione con su padre. No se, vale que tu cara sea una calcomanía de la de tu padre pero, igual, si en vez de Dylan te hicieras llamar Jacob Zimmerman, a lo mejor tardábamos tres segundos más en relacionarte con tu padre. De todas formas, son cosas que me importan bastante menos que poco. Pero Dylan es un mito, lo mires por dónde lo mires, lo es. Yo no es que sepa mucho inglés, más bien poquito, pero se distinguir alguna que otra frase de sus canciones, entiendo los mensajes. ¡Tío, Dylan tiene que ser un hippye! ¡Y sale en un anuncio de un banco! Y ahora yo dónde protesto. Porque estos que dicen que son mi familia siguen haciéndole más caso al party de la wii que a una servidora (a lo mejor es porque servir, lo que se dice servir, va a ser que no mucho) A lo que iba, lo de Dylan. Que eso es un sacrilegio. Ya me imagino que se habrán curado mucho en salud y no habrá ningún tipo de problema legal en le emisión de esas imágenes. Eso me hace estar aún más enfadada con el mundo. ¿Quiere eso decir que el señor Dylan, el auténtico Dylan, el que se cambió de religión por pura convicción, ese señor Dylan a permitido que ese anuncio pueda emitirse? Ya sólo me faltaba que alguien me dijera que, encima, el señor Zimmerman ha cobrado un pastón por vender su imagen de rebeldía juvenil a un banco. Noooooo, eso no puede ser verdad.