lunes, 10 de enero de 2022

 CASI APESTA

 

Y por fin se acabaron las Navidades. Eso era lo que pensaba el día 6 mientras retiraba adornos navideños para guardarlos hasta el 6 de diciembre de 2022, recogía papeles de regalos para tirarlos a la basura y limpiaba los restos del copioso desayuno de chocolate y roscón de reyes.

Ayer había depresión generalizada en la casa, hoy empezaba el año laboral y escolar… Hoy me arrepiento de todo lo que pensaba el día 6…

Y una de las cosas buenas que trae el fin de las navidades es el cambio de estación en lo que a publicidad se refiere. Se acabaron los anuncios de juguetes y, sobre todo, los anuncios de perfumes y colonias.

Tantos años y todavía ninguna marca ha conseguido innovar en lo que respecta a su publicidad. Un par de patrones de anuncios y todos iguales.

Empezaré por los masculinos. Está el anuncio de colonia de los muy activos o casi salvajes, donde parece que el usar ese aroma te da el valor suficiente para sobrevivir en una especie de mundo post apocalíptico, a lo Mad Max.   Por supuesto, no faltan los anuncios en los que al usar la colonia la vida se convierte en una fiesta continua, imagino que más indicado para gente más joven. Y no se iban a olvidar del típico macho solitario, salvaje, intentando dar esa imagen de hombre inalcanzable. Y, como no, nunca falta la colonia o perfume con la que el tipo que la usa arrasa con el sexo opuesto.

Y en lo referente a los aromas femeninos, tampoco es que haya mucha diferencia con los masculinos. También tenemos los anuncios de mujeres activas, o casi salvajes, que pueden ellas solas, y su colonia, dominar al mundo y sus circunstancias. También tenemos las colonias que nos languidecen. De hecho, al ver la publicidad, me pregunto si venden una fragancia o un somnífero y, teniendo en cuenta la cadencia de voz que usan, tiendo más a pensar en lo del somnífero. También tenemos perfumes que vuelven al mundo en una continua fiesta y, por supuesto, ese aroma que se supone que al usarse los hombres deben ir peleándose por tus atenciones…

Y poca variedad más por contar. Igual me he olvidado de algún anuncio diferente, cosa que sentiría porque, evidentemente, pasaría sin pena ni gloria.

También hay un detalle sobre las colonias que deberíamos tener muy en cuenta. Que los anuncios te intentan vender una serie de ventajas que parece ser que consigues sólo por el hecho de usarla, pero no dejan tan claro sus inconvenientes. Decirlo, lo dicen, pero hay que estar atentos. A veces me cuesta creer que en un país donde tenemos tanta guerra con lo de hablar idiomas y que nos da vergüencilla hablar en otro idioma si no tenemos un acento perfecto, casi como un nativo, nos pasamos las navidades y pre navidades viendo publicidad de colonias en las que puede que nos dejen flipaos cuando pronuncian algunas marcas (joé, lo bien que pronuncian Channel, Dior, etc.) pero en el siguiente spot te anuncian una de Carolina Herrera o Narciso Rodríguez y ahí la cosa cambia. Y como, imagino, el doblar un trozito de spot para que al decir esos nombres no parezca que llevan un calcetín en la boca no sería demasiado complicado, pues estoy llegando a la conclusión de que, tal vez, el uso continuado de según qué marcas de colonias, podría provocar cierta disfunción fonética o, dicho de otra manera, que te debe fastidiar el frenillo de la lengua.

Otra cosa con la que no había contado mientras me quejaba de la falta de originalidad de los anuncios de perfume es que, al llegar a enero, a medida que iban desapareciendo los spots de perfumes, esos segundos los iban ocupando los anuncios de fascículos. Imagino que las editoriales pensarán en los millones de personas que, como propósito de años nuevo, se decantaron por el coleccionismo, hacer punto o montar un muñeco por partes semanales y casi a precio de piezas de Ferrari… y, en estos tipos de anuncios, lo de la originalidad, pues igual lo dejan para lanzar fascículos sobre la originalidad en la publicidad

lunes, 16 de agosto de 2021

CUMPLIR 56


 

Y eso es lo que me ha pasado hace bien poco. Aparentemente parece una edad como cualquier otra. Se me ocurre que podría ser comparable a cumplir 17, 28, 39, 42… 

Creo que hay edades un poco depreciadas. Cumples 10 y te sientes que llegas al grupo de los mayores, cuando cumples 15 sientes que vas a entrar en la deseada adolescencia, cuando cumples 20 eres feliz pensando en que parece que se va acabando por fin la jodida adolescencia. A los 25 sientes que estás en la plenitud de la vida, crees que ya has conseguido llegar a ser mayor, ya te empiezas a creer que eres adulto y, de pronto, cumples 30. Empiezan a tratarte como a un adulto y empiezas a darte cuenta de que de cada vez lo entiendes menos. Al cumplir los 35 empiezas a aceptar que posiblemente estés afectado por el síndrome de Peter Pan. A los 40 ya lo has asumido. ¿La edad? No, lo que asumes es tu incapacidad neuronal para “madurar”, sea eso lo que sea.

A partir de los 45 no es que empieces a perder la cuenta, es que no te da tiempo, que ayer tenías 47 y de pronto tienes 53. Y lo vas llevando, al menos sigues poniendo la crucecita en “Menores de 55” 

Y, de pronto, cayeron los 56. Ya no me afecta el debate de la crucecita si es en el grupo de “hasta 55” o “mayores de 55”. No hay excusas…

Y se empiezan a notar diferencias. Van siendo leves cambios pero una tiende a lo que tiende. 

¿Quién no se ha cruzado alguna vez con algún viejete (no, no escribiré viejeta porque me enseñaron que, en castellano, el masculino plural abarca a todos los géneros) con una mala leche del 15? Pues no es que esa persona tuviese mal humor desde la infancia, no es que le haya brotado de pronto, es que estaba contenido. 

Muchas veces he pensado que, si no fuera por vergüenza, haría, diría, esto o lo otro. Pues con 56 me doy cuenta que, o tiendo a vieja con mala leche o, simplemente, la mala leche la tenía ya de antes, pero la tenía contenida y ahora, de cada vez empieza a darme más igual. Y esto es sólo empezar. Aún noto que muchas cosas sólo quedan en mi cabeza, mi boca no llega a decir nada, pero va faltando menos…

El otro día (y ahora es cuando voy a contar una anécdota, que no es que la cuente porque sea más divertida ni nada por el estilo, simplemente es la última, la que recuerdo…) fui al supermercado. Bueno, me tocó el típico carrito huérfano en la cola de la caja. Cuando empezó a moverse la cola, como el carrito huérfano no llevaba control remoto, pues pasé delante de él. En ese momento llegó una señora diciendo que ella y su carrito huérfano iban delante de mí… (¡Ommmmm! Haya paz) Pues vale señora, que tampoco voy a perder un avión, pase usted delante que yo no dependo tanto de un par de minutos más o menos… Evidentemente, como sólo tengo 56 y no 76, todo esto lo pensé, pero la boca ni la moví. Y si la hubiera abierto, nadie lo hubiera visto. No puedo decir lo mismo de esa señora. A ella sí se le hubiese notado el más mínimo movimiento de boca, más que nada porque en 5º de pandemia esta señora aún no sabía que la mascarilla debe tapar la nariz… ¡Ay, si hubiese tenido 76! Me limité a hacer gestos a ver si la tía lo pillaba, pero…  Si a buen entendedor pocas palabras bastan, digamos que esa señora iba un poco justa de entendederas

miércoles, 4 de agosto de 2021

Una de pelos

 Ahí va, pues cuánto tiempo llevo sin escribir. Estaría bien poder decir en este momento que no he escrito más porque no tenía nada que decir, pero, antes de provocar una carcajada que pudiera llegar a ser hasta humillante, reconoceré humildemente que jamás tuve nada que decir. 

Pero ahora estoy en condiciones de poder decir algo. Seguramente no será nada relevante, posiblemente tampoco sea nuevo, pero ¿acaso esperabais algo diferente?

Me encuentro en condiciones de formular una nueva Ley de Murphy y, como toda ley, necesita su preámbulo. Y aquí va (que os sea leve…)

Pongo en antecedentes. Desde hace dos años contamos con un nuevo miembro en la familia. Una hermanita pequeña para Ojosnegros, rubita, simpática, obediente, con nombre de tubérculo, 4 patas e infinidad de pelos.

Todos habréis visto alguna vez como en cualquier habitación, cuando pasa un rayo de sol, se van viendo las motas de polvo volando a sus anchas. Pues en casa, además del susodicho polvo, le añadimos la tierra que levantan las obras que hacen delante de casa y, por si nos quedaba algo de envidia de las dunas del Sahara, ahora también comenzó otra obra en la parte trasera de la casa. Y, tras sumar toda esa porquería en movimiento, se le añaden los pelos voladores de la nueva miembro de la familia. 

Dicho esto, y puestos en antecedentes, ya sólo queda por imaginar el aspecto de la ropa oscura recién lavada…

Intenté eliminar pelos de la ropa con el típico cepillo de la ropa, pero sólo conseguí que los pelos de una prenda salieran volando hacia otra prenda oscura. 

Intenté con esas cosas que, en definitiva, no es más que pasar una cinta adhesiva por la prenda y a esperar cuánta porquería queda pegada en el adhesivo y cuanta continúa en la prenda.

Me planteé la depilación láser para la perra (perdón, por si no os habías dado cuenta, el nuevo miembro de la familia es un cánido) pero creo que a lo mejor ella se sentiría algo desnuda. 

Y en esas andaba yo, dándole caña a la neurona a ver si se las ingeniaba de alguna manera medianamente eficiente para eliminar el problema de las partículas voladoras de nuestro hogar. 

Un día me decidí a probar con un aspirador de esos de coche… Pues qué buena idea, hasta que se acabó la batería. 

Hay, si no fuera tan tacaña seguramente me habría estirado un pelín más a la hora de comprar el aspirador y, quien sabe, a lo mejor hubiera llevado una de esas lucecitas que te van indicando lo que queda de batería…

La segunda vez que me quedé con una camiseta negra aspirada de pelos a medias, decidí poner remedio a la situación. 

Bueno, la solución tampoco requirió de un máster, bastó con comprar un aspirador igualito al anterior y cuando se usa uno, se carga el otro. Fácil.

Una vez solucionado el tema de la intendencia, llegó el momento de empezar a dejar la ropa oscura libre de pelos, polvos y pelusas.

Y saco mi tabla de planchar, coloco la prenda en cuestión y enciendo el aspirador. Y vas pasando el cepillito por la prenda, y se va tragando los pelos, y empiezas a sentirte realizada como persona porque estás ganando la batalla a los pelos de la mascota. Ya estás en niveles altísimos de orgullo cuando, ¡zas!, pelito enganchado en tejido. Empiezas a realizar extraños movimientos corporales con la intención de que el cepillo del aspirador pase por el tejido en todas las direcciones posibles, pero ahí sigue. Y llega el momento de la rendición. Eres consciente de que el pelo vivirá en esa prenda hasta que tú intentes hacer una especie de pinzas con tus uñas para retirarlo. Te rindes, empiezas a mover los dedos de la mano que queda libre (la que no lleva el aspirador), asumes que el pelo ganará cuando de pronto, sin apenas proponértelo, la mano que lleva el succionador de porquería hace un movimiento que ni te habías propuesto y el pelo desaparece quedando la otra mano con una postura de garra que agradeces estar sola y que nadie lo haya visto.

Y ahí viene la nueva Ley de Murphy:

El nivel de enredo de un pelo en una prenda de vestir es directamente proporcional a la dificultad de eliminarlo. Claro que, hasta este punto, más que una Ley de Murphy, esto es una regla matemática sin más, pero falta añadir la última variable:

La resistencia ejercida por el enredo disminuirá de forma inmediata en el momento en que cese la resistencia a su eliminación.


miércoles, 13 de abril de 2016

Una de reformas



Vivo en un piso, lo que viene siendo un pisito medio, en una comunidad de vecinos media, y una, a estas alturas, después de tantos años, pues ya se va haciendo callo de alguna cosas. He llegado a incorporar en mi ADN ciertas “molestias" que todos conocemos. Ya reconocemos por los ladridos si el perro que quiere que nos enteremos que está en casa es el de un piso o el de otro. Conocemos perfectamente los gustos por el bricolaje en las terrazas durante los fines de semana, hasta se aprende a disfrutar de los festines y cumpleaños ajenos. Y cuando se vive en una finca de este tipo, de edad media (que no de la Edad Media) también uno sabe lo que son las reformas, propias y ajenas. Se habrá reformado casi todo lo reformable y todos lo hemos padecido. Que si el suelo de uno, el baño del otro, la cocina del de arriba, las ventanas del de abajo. De todo, hemos sufrido de todo. Pero hemos cambiado de vecinos y han empezado reformas. Si, es totalmente cierto, El Escorial tardó menos en construirse. 
¡Dos semanas! Llevo dos semanas de reformas. Dos semanas sin poder tener una sobremesa decente. Dos semanas sin saber lo que es una siesta, una conversación de más de tres minutos, una merienda de chocolate y churros. Porque, para colmo, los artistas tienen un extraño horario de trabajo, sólo por las tardes y los fines de semana. Y un día se aguanta, dos también, al tercero notas que se te va agriando la leche, al cuarto has perdido la cuenta. De pronto sólo pensaba en cosas extrañas. Me imaginaba llamando a la puerta y preguntando si era ahí lo de la terapia anti estrés y todo porque pensé que igual estaban montando un negocio de cosas relajantes  y, en vez de publicidad, me estaban llevando al borde del ataque de nervios para que contratara sus servicios, porque tanto martillazo no puede ser para tirar paredes. También pensé que igual me estaban robando metros de mi casa. A ver, tanto martillo, tanto martillo. Porque sí mi casa tiene los mismos metros han tenido tiempo de hacer ocho reformas y de construir cuatro adosados. Me sorprendí mirando las paredes a ver si habían menguado. 
El sábado me levanté y de pronto olí mucho a polvo. Me pasé todo el día limpiando, que ya era hora. Por la noche, al abrir la puerta, me di cuenta de donde venía el olor, parecía que había nevado en mi rellano.
El domingo, serán los efectos de dormir a pierna suelta, cuando vi como estaba el suelo tras la puerta de mi casa, me acordé de mi anterior vecina y me puse a barrer y a fregar sin decir ni media palabra. El lunes volví a barrer y a recoger todo el polvo. El martes utilicé la escoba para apartar la suciedad hacia su puerta. Hoy es miércoles, con este dolor de cabeza, la mala leche bullendo y el sentimiento vecinal totalmente desparecido, en lo último que pensé fue en la escoba. 
Intenté ser positiva y buscar el lado positivo de la situación. Lo único que consiguió alegrar un poco mi ánimo fue el hecho de pensar que el día que yo pueda reformar mi casa de arriba a abajo, espero que ellos vivan ahí.
En esta época de declaración de renta, deseo dar mi aportación a la plataforma de afectados por las reformas de los vecinos.

martes, 5 de abril de 2016

NOS COMEMOS EL METAL

Nos comemos el metal

Si piensas que me voy a explayar sobre los niveles de distintos metales en la comida es que has llegado a esto por casualidad, o no me conoces en absoluto, o jamás has leído nada escrito por mi. Ya he avisao.
Yo, como mucha gente, vivo en una casa. Y mi casa, como la de mucha gente, tiene cocina. También tengo muebles en mi cocina y esos muebles tienen cajones. Cuando empezamos a vivir en esta casa, compré cubiertos, más que nada porque me molesta ensuciarme las manos con la comida y, esas cosas que se hacen porque te dicen que hay que hacerlas.  Con los años, no sabes muy bien como, te das cuenta que aquel cajón de cubiertos colocados uno encima del otro, con su orden, todos igualitos, se ha convertido en una amalgama de diferentes cuberterías que ya ni recuerdas haber tenido.  Cuando llega ese momento, te decides a reponer esos cubiertos que, bien mirados ya casi que dan asquito (seamos sinceros, años de lavavajillas pueden con cualquier tipo de utensilio doméstico) y te compras tu nueva cubertería. Encima te pega un ataque senil y buscas esas cucharas que te acompañarán en todas tus comidas, los tenedores que tus nietos reconocerán como los tenedores de la abuela, y te gastas una pasta, porque tu lo vales.
Y siguen pasando los años. Ese día a día tan trepidante que no nos deja casi ni saborear el más mínimo momento. De pronto un día estás en la cocina y, por una u otra cosa, estás guardando los cubiertos en ese cajón donde llevan guardándose más de veinte años y se te queda clavada la mirada en ellos ¿Qué ha pasado? ¿Dónde están? No están en el lavaplatos, tampoco fuera de él, no hay una mesa por quitar o un dormitorio lleno de bandejas de comida. Busco por toda la casa, debajo de los sofás, debajo de las camas, en todos los rincones de la casa. Han desaparecido. Recuerdo incluso comprar más cubiertos cuando entró el lavaplatos en la cocina, recuerdo cuando se guardaban todos en su cajón y estaba a reventar.
Pregunto a la familia, pero nadie sabe nada. Nadie los ha perdido, nadie los ha tirado junto con restos de comida, nadie (evidentemente yo tampoco) se ha llevado cubiertos al trabajo para cuando tiene que comer allí.
Visto lo visto, la única posibilidad realmente creíble y factible es pensar que nos los hemos comido. Igual va a ser por eso que estamos fuertes y pitamos en los escáners 

viernes, 26 de febrero de 2016

¡QUÉ CREIDO ME LO TENGO!

Lo confieso, tengo problemas alimenticios, o alimentarios, no se, pero algo de eso hay- Vaya, que a mi no me gusta comer. A mi lo que me gusta es lo que viene siendo guarrear- Cualquier cosa susceptible de ser comida que contenga azúcar, conservant.es, acidulantes y ocho mil calorias repartidas entre hidrátos de carbono y grasas de las que suben el colesterol al decimoquinto piso puede ser susceptible de convertirse en uno de mis platos favoritos. Comer como, ´soy humana, siento hambre y como, pero me aburro. ¿Y qué como? Porque si me aburre comer, lo de preparar la comida ya puede hacer que se me quite el hambre con sólo pensar en sacar una olla. Digamos que mi plato favorito no tiene nada que ver con un brócoli o una menestra.
Y lo intento. Ya he aprendido a usar (un poco) la olla esprés y hasta tengo un par de platos que dan el pego. Pero, de vez en cuando, la neurona se lía un delantal y... evidente, la lía.
Siempre lo diré, internet es muy malo- Fíjate en tí mismo, conectado a la red y perdiendo el tiempo puediendo hacer otras miles de cosas, ¿Digo miles? ¡Millones de cosas! Podrías estar pintando un cuadro, corriendo una maratón, buscando ricones curiosos desconocidos de tu ciudad, cocinando...
Pues estaba la otra tarde planteándome hacer una de las anteriores actividades porque sigo sin aprender a jugar a la PStation, mi Bendito tenía más añoranza de la videoconsola que de mis perogrulladas y Ojos Negros tenía sus propias chorradas así que recordé una receta que lei, por facebook creo recordar, de nosequecosadulce con coco que era batidora y microondas. Eso era muy fácil. Coco, huevos y leche condensada. Yo ya había pensado en hacerlo y hacía más de diez días que tenía comprado los ingredientes. Viendo la aburrida tarde que me esperaba decidí meterme en una de las zonas más inhóspitas de mi hogar, la cocina. Me metí en faena, conseguí montar las claras a punto de nieve. No quise dármelas de gran chef y no se lo comuniqué a nadie. Bueno, igual sí que fui por la casa paseando un bol con merengue y diciendo a diestro y siniestro "miraaaaa, lo he hecho yo sola" pero igual nadie lo consideró una hazaña.
El segundo paso era más fácil aún, tan solo había que mezclar el coco, las yemas y la leche. A mi nadie me avisó. Yo tenía un aparato eléctrico enchufado y con accesorios, no iba a usar una simple cuchara de madera, que estamos en la era de la electricidad. Recuerdo haber tenido un primer aviso cuando casi acaba todo ese mejunje en el suelo, pero tuve reflejos de gata y eso me dio más confianza en mi misma. Lo siguiente que recuerdo son mis gafas llenas de masa de nosequedulce con coco. Eso no fue todo. Tras limpiar los cristales y colocármelas de nuevo, el desastre se hizo más evidente, tenía media cocina bañada de nosequedulce con coco.
Reconozco que mi primer impulso fue echarme a llorar desconsoladamente y creo que hasta la intenté pero tuve un nanosegundo de racionalidad y fue suficiente para desencadenar un auténtico ataque, de risa pero ataque a fin de cuentas.
Tras unos minutos peleándome con una bayeta y el nosequedulce con coco de las paredes, mientras segúia bañada en un mar de lágrimas, fruto de mi ataque, de risa pero ataque, me sentí JASP (joven aunque sobradamente preparada, era un anuncio de coche de cuando era joven -nota mia-) Dispuesta al   último paso, tres minutos con el mejunje en el microondas. La receta lo decía muy claro, tres minutos a máxima potencia y otros tres de reposo.
Lololo.. abro horno, esto es poco tiempo, esto baila, dos minutos más...
Se desmoldó bien, ningún problema. Pero debe enfriarse. Una noche en la nevera y para el dasayuno tendremos un dulce casero.
Por las mañanas suelo ir algo más despistada que el resto del día y, simplemente, olvidé que había un pastel de coco en la nevera. Cuando volví a acordarme de mi pastel de coco estaba segura que no se lo podrían haber comido todo y esa tarde merendaría. Me llamó la atención que hubieran comido tan poco pero, claro, la leche condensada llena muchísimo. Y el coco... Esto es una bomba, seguro que un trocito pequeño ya llena mucho. Cortaré solo un poco. ¿Cortar? ¿Dónde tengo la radial? ¡Cómo es posible que el frío lo haya endurecido tanto! Además lo había tapado.
Que conste que reconozco que mi nivel de cocinera a llegado al punto de saber que mejor será que vaya dejando lo de cocinar a los especialistas y yo me vaya dedicando a hacer calceta o algo que, por el bien ajeno, me mentenga alejada de internet.

viernes, 11 de diciembre de 2015

NO LO ENTIENDO

Llegan elecciones generales, y no lo entiendo. Soy de esas personas que ya no confió en los políticos, pero alguien tiene que hacerlo. Creo que en el poder hay tanta endogamia que debe abrirse la cúpula para renovar el aire enviciado y viciado. Pero lo que no entiendo es el tema Cataluña. No soy catalana, soy española y creo que soy tan española como los gallegos, los vascos, los andaluces, valencianos o catalanes. Entiendo que hay mucho catalán que un sentimiento independentista de hace generaciones y muchas veces pienso que me da igual que se vayan de España y otras muchas veces me cabreo mucho. Lo que no entiendo es la actitud de los políticos, en general y desde hace muchos, pero muchos años. A ver, sin tener yo muchos conocimientos ni económicos, ni históricos (ni de nada, todo sea dicho) pero creo recordar que ya en el anterior régimen político se invirtió mucho dinero en infraestructuras en Cataluña. Para que se callarán, seguro, pero se invirtió y, pasados los años, nos encontramos con dos España. Una España moderna y otra atrasada, dependiendo de la zona geográfica. Llega la democracia y nos dicen que ahora somos iguales, pero como unos ya están más avanzados y económicamente generan más, ellos van a gobernarse solos, pero dentro de todos. Claro, con el tiempo los demás dijeron que querían lo mismo. Entonces los ricos tuvieron que buscar más motivos para destacarse.  Y, bueno, la historia la conocemos, más o menos, casi todos.
Una parte de mi dice que bueno, vale, ¿quieren ser otro país? Pues qué sean otro país. Otra parte de mi dice, un momento, las leyes, tal y como están en estos momentos, no lo permite. ¿Qué se cambian las leyes y lo permiten? ¿Permitir el qué? ¿Qué cada vez que una autonomía pida más y le digan que no, se enfade y pida la independencia? ¿Cada cuántos años se haría un referéndum por la independencia? ¿Yo, que no vivo en Galicia, podría participar en el referéndum por su independencia o sólo los gallegos? ¿Y si los gallegos no viven en Galicia?  ¿Y los asturianos que vivan en Galicia? Parece un poco de locos. Y, bueno, llega la independencia. Vamos a hablar de dineros y derechos. ¿Te quieres ir del país pero quieres conservar el pasaporte y a mi me vas a pedir visado para ir a Port Aventura? ¿Y las inversiones hechas por todos las vas a amortizar tu sólo?
Lo dicho, que no lo entiendo. Y lo último que me dejó más tonta, si cabe, fue cuando no se que político declaró que si Rajoy ganaba las elecciones, lo de la independencia ya no daba marcha atrás. Esto ya es el colmo. A ver, pá que alguien como yo lo entienda. O sea, ¿que si gana Rajoy es motivo para iniciar un proceso independentista? Pues en ese claro, declaro mi proceso independentista y viva Ikea (si, la república independiente de mi casa) aunque creo que en mi república habría una dictadura bastante férrea