jueves, 19 de diciembre de 2013

Carta a mis vecinos (de arriba)

Carta a mis vecinos de arriba

Queridos vecinos del piso de arriba. Ya hace tiempo que noté que erais nuevos en la finca. De hecho, hace ya tanto tiempo que no se os podría llamar los nuevos. Si acaso, los últimos, pero no los nuevos. No es que sea cotilla, ni mucho menos, sólo son cosas que se notan. Recuerdo la mala leche que solía subirme los sábados (realmente ya en domingo) a las tantas de madrugada, cuando me despertaban los paseos de unos taconazos por toda la casa hasta que, tras recorrerla lo menos ochenta veces, salían por la puerta y hasta el sábado siguiente. No es que molestaran demasiado. Ya sabemos todos los que es vivir en una finca de “nomuybuenacalidad" y suelos de gres. Tampoco sé si estáis de alquiler o sois propietarios, y la verdad es que me importa bastante poco. Es que, en principio, tendemos a pensar que los inquilinos durarán menos tiempo en la vivienda que los propietarios. Tampoco me importa lo más mínimo.
Primero cesaron los paseos nocturnos, luego cambiaron los ruidos. Hay ruidos que todos hacemos y todos debemos soportar. Claro que los niños hacen ruido, faltaría más. Es de agradecer que se nota que suelen ir sin zapatos ruidosos y los niños deben correr y saltar. A veces los críos nos sacan de quicio, y gritamos. Mucho temple hay que tener para no levantarle alguna vez la voz a un crío. Lamento mucho el problema de sordera que afecta a alguno de los niños, porque dudo mucho que esos gritos se dirijan a alguien que no tiene afectada la audición. Tal vez, si fuera algo más cotilla, disfrutaría algo más de vuestras conversaciones, pero me la trae bastante al pairo vuestros problemas domésticos.
Vivimos en una preciosa isla, no tenemos un invierno demasiado duro. Aún así las alfombras son una opción algo más que decorativa a tener en cuenta. Las hay de todos los precios, incluso como manualidad para ir tejiendo poco a poco... Baratísimas. A los críos les suele gustar bastante jugar encima de las alfombras. Aunque tienen el inconveniente de que las canicas no rebotan pero, a veces, merece la pena un pequeño sacrificio por los demás.
Asumo que no sois usuarios de alfombras pero, aparte de eso es posible que no sepáis que venden en las ferreterías y tiendas de muebles o bricolaje, una especie de fieltros autoadhesivos que suelen colocarse en las patas de las sillas. Sé que el mecanismo de levantar una silla sin arrastrarla es bastante más complicado  que un doctorado en ingeniería aerodinámica, por eso venden estos apaños.
Y se nota que debéis ser una familia unida, y no lo digo solo por el hecho de que tengáis tres o cuatro niños y un perro. A veces, cuando intento dormir la siesta, se nota que sois una pareja apasionada.
Pues ná, que os dure y feliz año nuevo