Que la siesta es un arte, eso no hay quien lo pongo en duda. Y, como en todo arte, no todo vale (piiiiiii-ver nmnc). Para ser sinceros, a todos nos gusta la siesta. Eso de alquilar una habitación de hotel, o una cabina ultramoderna pá echarse una siesta… bueno, vale. Pero eso que casi mejor lo dejamos para ejecutivos estresados que ni por asomo se les ocurre pasar una sobremesa en casa pudiendo pasar cuatro o cinco horas más dando rienda suelta a su adicción al curro (que ya hay que ser adicto, ya). A la mayoría de los mortales lo que nos gusta (y se echa mucho de menos cuando no puedes) es comer en casita y después homenajearte con una siesta de las de pijama y orinal. Y la mayoría de nosotros, lo que hacemos para preparar semejante ceremonia es repantingarnos delante de la tele. Y ese el momento cumbre del comienzo del ritual y donde, si no prestamos el debido cuidado, podemos fastidiar por completo la ceremonia y acabar la siesta con un cabreo del 15.
Queda claro que en ese momento la tele está encendida, ya hemos visto las noticias, los deportes y tenemos la esperanza de que mientras estén diciendo la previsión del tiempo que hará el próximo fin de semana en las afueras de Villabesugo de los Olmedos tu mente abandone momentáneamente a tu cuerpo. Y hasta es posible que eso ocurra. Pero cuidado. No se puede poner cualquier canal y esperar que emitan algo respetuoso con este rito, no. Hay que hacer las cosas como dios manda e intentar localizar alguna emisión propicia.
Las pelis del oeste tienen sus pros y sus contras. M’explico. Los diálogos de John Wayne (ay, mi querido confortable…) tienen su puntillo pero como les de por liarse a tiros ya t’han fastidiao el ceremonial. Y liarse a tiros lo van a hacer, fijo, tarde o temprano pero seguro que lo hacen. Así que la opción de poner un western pá la siesta es algo dudosa.
También está la opción de peliculón épico de tropecientas horas y que, a fin de cuentas, ya has visto las 34 veces que lo han estrenao en la tele. Humm, no sé, estas pelis, tipo Ben-Hur, lo que el viento se llevó, los diez mandamientos… de pronto les da por amortizar lo que han pagado al que hizo la banda sonora y le meten tal volumen que se despierta hasta el gato del vecino. No, creo que pá la siesta no son la mejor opción.
Todos hemos intentado echarnos la siesta del siglo con los tan socorridos documentales. Hay que tener bastante cuidado a la hora de escoger esta opción. Los temas de los mismos tampoco es que sea algo muy fiable. Puedes poner un documental sobre algo que en la vida te ha interesado lo más mínimo que, no sé cómo narices los harán, pero acaban por engancharte.
Lo mismo que digo de los documentales es aplicable a los deportes. Te decides a poner los saltos de esquí porque te acuerdas de la sobada que te pegaste entre pecho y espalda el día de Año Nuevo viendo los saltos de esquí y te piensas que podrás rememorar momentos tan entrañables, no se te ocurre pensar que lo que ocurrió el día de Año Nuevo se llama resaca y dormirla y que el resultado hubiera sido el mismo aunque hubieran puesto la final de la Copa de Europa.
Otra opción es la de poner una serie de esas que no te importa en absoluto lo que ocurra. Es aconsejable buscar un canal donde pongan un episodio cualquiera de la serie que sea PERO SIN ANUNCIOS. Las cadenas de televisión siguen despreciando totalmente los ritos ceremoniales de sus televidentes y les da por subir el volumen de los intermedios hasta el modo “escuajaringasonotones”
Existe otra opción. Drástica, eso sí, pero opción a fin de cuentas. Reconozco que alguna vez lo he tenido en cuenta pero no soy tan valiente. Esta drástica, dura y difícil opción es la de apagar la tele. Vale, como opción, ahí está aunque para mí no sea una opción evaluable.
Yo, en mi afán de poder legar a la humanidad algo mínimamente decente, me propongo seguir ahondando en el tema…
y por cierto, a todos aquellos que tienen el fabuloso don de ná más acabar de comer quedarse prácticamente en coma... mi más sincera ENHORABUENA. Lo mío es envidia, pura envidia.
Nmnc (nota mía, ni caso): Ya, ya m’he dao cuenta. Que sí, que la escritura también es un arte, que ya me doy por aludida, ya. Que si me dedicara a mover los dedos lo mismo sería pero, oye, esto relaja y matar bichos me estresa y, a veces , me pega el jamacuco.