miércoles, 23 de marzo de 2011

La sagrada siesta

Que la siesta es un arte, eso no hay quien lo pongo en duda. Y, como en todo arte, no todo vale (piiiiiii-ver nmnc). Para ser sinceros, a todos nos gusta la siesta. Eso de alquilar una habitación de hotel, o una cabina ultramoderna pá echarse una siesta… bueno, vale. Pero eso que casi mejor lo dejamos para ejecutivos estresados que ni por asomo se les ocurre pasar una sobremesa en casa pudiendo pasar cuatro o cinco horas más dando rienda suelta a su adicción al curro (que ya hay que ser adicto, ya). A la mayoría de los mortales lo que nos gusta (y se echa mucho de menos cuando no puedes) es comer en casita y después homenajearte con una siesta de las de pijama y orinal. Y la mayoría de nosotros, lo que hacemos para preparar semejante ceremonia es repantingarnos delante de la tele. Y ese el momento cumbre del comienzo del ritual y donde, si no prestamos el debido cuidado, podemos fastidiar por completo la ceremonia y acabar la siesta con un cabreo del 15.
Queda claro que en ese momento la tele está encendida, ya hemos visto las noticias, los deportes y tenemos la esperanza de que mientras estén diciendo la previsión del tiempo que hará el próximo fin de semana en las afueras de Villabesugo de los Olmedos tu mente abandone momentáneamente a tu cuerpo. Y hasta es posible que eso ocurra. Pero cuidado. No se puede poner cualquier canal y esperar que emitan algo respetuoso con este rito, no. Hay que hacer las cosas como dios manda e intentar localizar alguna emisión propicia.
Las pelis del oeste tienen sus pros y sus contras. M’explico. Los diálogos de John Wayne (ay, mi querido confortable…) tienen su puntillo pero como les de por liarse a tiros ya t’han fastidiao el ceremonial. Y liarse a tiros lo van a hacer, fijo, tarde o temprano pero seguro que lo hacen. Así que la opción de poner un western pá la siesta es algo dudosa.
También está la opción de peliculón épico de tropecientas horas y que, a fin de cuentas, ya has visto las 34 veces que lo han estrenao en la tele. Humm, no sé, estas pelis, tipo Ben-Hur, lo que el viento se llevó, los diez mandamientos… de pronto les da por amortizar lo que han pagado al que hizo la banda sonora y le meten tal volumen que se despierta hasta el gato del vecino. No, creo que pá la siesta no son la mejor opción.
Todos hemos intentado echarnos la siesta del siglo con los tan socorridos documentales. Hay que tener bastante cuidado a la hora de escoger esta opción. Los temas de los mismos tampoco es que sea algo muy fiable. Puedes poner un documental sobre algo que en la vida te ha interesado lo más mínimo que, no sé cómo narices los harán, pero acaban por engancharte.

Lo mismo que digo de los documentales es aplicable a los deportes. Te decides a poner los saltos de esquí porque te acuerdas de la sobada que te pegaste entre pecho y espalda el día de Año Nuevo viendo los saltos de esquí y te piensas que podrás rememorar momentos tan entrañables, no se te ocurre pensar que lo que ocurrió el día de Año Nuevo se llama resaca y dormirla y que el resultado hubiera sido el mismo aunque hubieran puesto la final de la Copa de Europa.

Otra opción es la de poner una serie de esas que no te importa en absoluto lo que ocurra. Es aconsejable buscar un canal donde pongan un episodio cualquiera de la serie que sea PERO SIN ANUNCIOS. Las cadenas de televisión siguen despreciando totalmente los ritos ceremoniales de sus televidentes y les da por subir el volumen de los intermedios hasta el modo “escuajaringasonotones”
Existe otra opción. Drástica, eso sí, pero opción a fin de cuentas. Reconozco que alguna vez lo he tenido en cuenta pero no soy tan valiente. Esta drástica, dura y difícil opción es la de apagar la tele. Vale, como opción, ahí está aunque para mí no sea una opción evaluable.
Yo, en mi afán de poder legar a la humanidad algo mínimamente decente, me propongo seguir ahondando en el tema…
y por cierto, a todos aquellos que tienen el fabuloso don de ná más acabar de comer quedarse prácticamente en coma... mi más sincera ENHORABUENA. Lo mío es envidia, pura envidia.


Nmnc (nota mía, ni caso): Ya, ya m’he dao cuenta. Que sí, que la escritura también es un arte, que ya me doy por aludida, ya. Que si me dedicara a mover los dedos lo mismo sería pero, oye, esto relaja y matar bichos me estresa y, a veces , me pega el jamacuco.

martes, 22 de marzo de 2011

Cosas de pareja

Si es que todos somos muy objetivos, sí, pero de boquilla…
A ver, m’explico. Tú estás tirao’n el sofá, viendo lo que sea, y te pega la gusa. Haciendo uno de los mayores esfuerzos humanamente reconocido, te levantas y vas a buscar un paquete de la guarrería que sea, que tampoco es que te importe mucho. Vuelves a tu sitio y al cabo de un muy breve espacio de tiempo empiezas a notar un buflido (ver otra nanc) que poco a poco va subiendo de intensidad. De ponto, por aquello de que siempre se preocupa uno por su pareja, vas y preguntas ¿molesto? ¿?

Posible respuesta 1. No querida, sólo me encanta perderme el diálogo final de la película que estoy viendo, que no vale un duro pero que, total, después de dos horas sufriéndola, al menos enterarme como acaba… pero te quiero mucho…

Y a ti sólo te queda poner cara de no saber por dónde vienen los tiros ni mucho menos entenderlo. Bueno, realmente no es poner cara… es que estás tan pendiente del bienestar de tu pareja que no sólo no t’has coscao de que le has fastidiado la película que llevaba tres meses esperando que la echaran en la tele porque te habías negado rotundamente a pagar un dineral en las entradas de cine para ver semejante orgía de puñetazos, sangre, batallas y zarandajas por el estilo sino que encima has tenido la desfachatez de ir a buscar cualquier tipo de guarrería y no se te ha pasado ni remotamente por la cabeza preguntarle ¿te apetece algo?  INCALIFICABLE

Situación similar. Hora de la siesta… consigues que tu pareja ponga en la tele algo con sonido monótono que te ayude en tus propósitos. Por fin estás con la cabeza p’allá, pero no como siempre, sino en postura ladeada. Con una inclinación tal que luego no te explicas a qué viene semejante dolor de cervicales (bueno, se le echa la culpa al curro que es de lo más recurrente y pá eso está). Las babillas empiezan a resbalar por tus labios. Te das cuenta pero eres totalmente incapaz no sólo de evitarlo sino también de evitarle a tu pareja la visión de semejante espectáculo. Empiezas a pensar que por fin estás consiguiendo dormir la siesta a una hora coherente para poder sentir cierto descanso y… CRAC CRAC CRAC CRAC. ¡MAÍZ! 
Cosas de pareja… 


Nanc (nota de la autora, ni caso): Buflido, de buflar. Acción de emitir un buflo. Buflo, suspiro… Pá entendernos.

Yo se que desvarío

Yo desvarío, y lo se. Pero es que además creo que todo el mundo desvaría. Porque a todos nos ha pasado eso de estar hablando y de pronto decir aquello de ¿de qué estábamos hablando? o ¿a qué venía esto? Y qué decir de cuando uno se levanta a por algo y cuando se llega a donde uno iba… ¿a qué venía yo aquí? Lo que pasa que yo, en mi afán de ir conociéndome cada día mejor (ver  “nanc”) pues lo reconozco. Y esto viene a que yo he “cogío l’ordenata” porque iba a escribir  y se “m´ha” ido de la olla. Y si en la variación está el gusto, en la desvariación está el disgusto. El disgusto que te llevas cuando no consigues volver a lo que estabas

Nanc (nota de la autora, ni caso): eso demuestra la inmensa capacidad que tengo para perder el tiempo, que después de más de 45 años me conozco menos de lo que pueda conocer un pingüino a un dromedario  

viernes, 18 de marzo de 2011

De la plastilina a la pasta de moldear (Un mundo, oye)

Otra diferencia más entre la generación digital (los niños del 2000) y la fabulosa generación del 65 (y alrededores)…
LA PLASTILINA

La plastilina era aquella especie de engrudo medio solidificado, con unos colores realmente duraderos  pero sobre todo en las manos y en cualquier tejido susceptible de ser manchado. Tú abrías el paquetito, convenientemente envuelto en celofán, lo amasabas un poquito, te rascabas o estornudabas un poco (vaya Vd. a saber qué tipo de componentes llevaría aquello) y cuando volvías a intentar amasar aquello estaba duro como una piedra, con lo que se llegaba al siguiente uso del material en cuestión (hoy en día lo llaman reciclaje) porque cogías tu “primorosa figurita de plastilina” se la tirabas a tu hermano a la mismísima cabeza y te quedas más satisfecho que Goya mirando a La Maja (sí, a la desnuda)

Para la generación digital ya no existe la plastilina. Ahora se llama “pasta de moldear”. Como si fueran a hacer galletas pero en frío. Ya no se tienen que molestar en amasar el engrudo, tienen maquinitas con pilas que ya lo hacen con sólo apretar un botón. La venden en unos botecitos muy monos, para que los puedas tapar y que no se seque…
Y ahí es donde a la abuela se le rompen los esquemas. Vaya, que una abuela como Dios manda debería poder pasarse el día dando la murga con aquello de “tapa los botes que se te va a secar la pasta de moldear” Pues nada, que va la niña y me suelta:
-Da igual, porque he descubierto que si caliento con el sol se pone blandita.

Nada, que del corte que m’ha dao m’he tenío que poner a escribir pa’ desahogarme (y que siempre es más agradable que ponerse a planchar la ropa)

jueves, 17 de marzo de 2011

Si no es por mi...

Pues lo dicho, que no es por mi. Es por mis muy pacientes miembros de mi lista de correo y amigos varios que deben estar hasta las mismísimas narices (y más allá) de aguantar mis demarrajes mentales. Que entiendo que debe ser un poco palo (que tampoco es para tanto) recibir un correo mío, abrirlo pensando que igual estoy mandando un powerpoint graciosillo o algún video divertido, o incluso fotitos de la niña (huy, qué mona...!) y encontrarte con un pestiño de 325 folios. Gracias. Gracias por no marcar mi correo como indeseado, gracias por dejar que mi neurona (sí, está en singular y es lo que hay) se esparrame un poquito. Bueno, que pa'empezar ya es suficiente. A fin de cuentas, esto casi que es sólo una prueba...

Por cierto, que he creado este blog (bonito palabro) para escribir y nada más. Sin ninguna intención más que la de desahogarme. Y escribir de lo que me de la gana. Que lo mismo me puede dar por escribir de lo que me haya pasado un día, del curro, de críos, de coches ¿? (coche=especie de caja metálica con ruedas y un motor, que come gasofa y hay gente que lo lleva como los chorros del oro)

Y como en el fondo soy una marujona, se me acabó lo de escribir por hoy que tengo marujeo que hacer...