Efectivamente, voy a escribir sobre el libro de los records. No es que me haya dao un tabardillo ni que pretenda superar ningún record, es mucho más simple. El otro día en las noticias comentaron que va a salir una nueva edición del Libro Guiness (y luego a una la llaman friqui… nunca entenderé por qué) Ese libro debe ser una especie de Biblia de los friquis. Vale, hay logros que son dignos de contar en cualquier libro de logros personales. Cosas del tipo la mujer más flexible del mundo pues tiene su mérito, que no todo el mundo es capaz de doblarse hasta poderse meter en una caja pequeña y que la mujer se lo habrá currao. Luego están los records cuyo mérito es más de organización que otra cosa. Son esos como la tortilla más grande del mundo, el mayor número de gente haciendo algo en concreto. Ahí el límite está en la imaginación y en conseguir lo necesario para hacerlo. Que digo yo que para hacer el bocata de chorizo más grande del mundo, con poner dos cachos de pan a cada lado de Las Cortes, guiness conseguido (vale, chiste fácil y mu trillao, ya m’he dao cuenta) Y luego están los records que ponen los pelos de punta y que hacen que la neurona se rebote totalmente perpleja.
Tampoco es que pueda hablar mucho de estas cosas porque, le verdad, aún no me ha dado por leer el libro en cuestión, tengo otras tonterías que hacer (evidente, estoy escribiendo esto) pero sólo con las imágenes que vi en el telediario ya me quedé totalmente impactada. Primero sacaron la imagen de un ser humanoide del que decían que era el ¿hombre? , con más piercings del mundo. Tiendo a ser una persona bastante crédula así que doy por cierto que era un hombre, tal vez un híbrido de humano y reptil de lengua viperina, así podía ponerse un piercing en cada punta de la lengua. Eso sí, es posible que en otra edición del libro ese mismo ser se llevara el record del hombre más feo del mundo, o del más guapo, vaya usted a saber, ahora tiene la cara totalmente tapada por aritos. ¡Ay! ¡Lo que daría yo por ver a semejante ser intentando pasar por el escáner de un aeropuerto!
Bueno, el tipo ese me impresionó y mucho. Pero lo que realmente hizo que la neurona se quedara colapsada fue la mujer con las uñas más largas del mundo. INCREÍBLE. Una especie de interminables garras que, digo yo, que esta mujer en vez de pintárselas con esmalte de uñas usará cualquier esmalte acrílico aplicado con rodillo. Claro que no será ella misma la que se las pinte (debe gastarse una fortuna en manicura) más que nada porque seguro que ella misma hacer, lo que se dice hacer, pues no puede hacer nada que implique el uso de las manos. No puedo imaginármela fregando los platos, escribiendo en un teclado, marcando un número de teléfono, acariciando… Tengo que reconocer que todo eso fueron pensamientos secundarios. Lo primero que se me pasó por la cabeza al ver semejantes uñas fue ¿cómo coño (con perdón) se limpia esta mujer el culo al acabar de hacer las cosas que se suelen hacer con el culo?
Pos ná, que ahí m’he quedao. Creo que después de haber visto esa noticia aún no he sido capaz de tener un pensamiento coherente (vale, antes tampoco tuve nunca un pensamiento coherente, pero ahora tengo excusa) No se por qué sigo viendo la tele, y ahora es cuando se supone que me toca decir eso de “mejor lo dejo”