lunes, 9 de julio de 2012

¡Ahí va! ¡Cuánto tiempo!


Y de pronto, ahí estaba yo, esperando el bus, en ese lapsus de tiempo que va entre que dejas el papel de "currito" para meterte en el papel de co-cabeza de familia. Por cierto, lo de co-cabeza es porque no puedo entender que se siga usando hoy en día la expresión "cabeza de familia" en familias no monoparentales y, como mi familia no lo es, pues de momento los dos adultos (sí, cierto, nos creemos que lo somos, adultos) somos co-cabezas de familia. Pues eso, que ahí estaba yo, con la neurona a toa galleta... que a ver que cenamos esta noche, que siendo lunes ya me podría haber espabilado y dejar algo preparado el domingo, creo que debería organizarme mejor. Quizás debería ir a comprar algo... Mejor no, que tengo el congelador bastante a tope, de polos, vale, pero a tope. Bueno, el sábado hice la compra y algo podría haber sacado del congelador, pero no lo hice y ahora es tarde para lamentarse. También podríamos acudir al socorrido bocata, de hecho creo recordar que en la nevera había embutidos o algo susceptible de quedar atrapado entre dos cachos de pan pero, claro, al menos debería comprar pan.... Ah, menos mal, ya llega el bus. Si no recuerdo mal, fue cuando la neurona estaba en modo "searching" intentando localizar algún sitio cerca de mis trayectos donde se pudiera comprar algo parecido a una barra de pan cuando de pronto me acordé del fabuloso Fernando Fernán Gómez y, simplemente, pensé... "a la mierda". Intenté pasar a desconexión para empezar a observar todo lo que veía. De pronto, casi por arte de magia, empecé a ver el paisaje. ¡Qué cosas! Mira tú, la gente paga por venir aquí de vacaciones para ver lo que yo estoy observando ahora y estuve a punto de no ver. ¡Qué bonito que está el mar! Y mira esos barquitos, que a gusto que deben estar los que estén ahí dentro. Ah, qué curioso. Una familia de rusos en el bus. Pues va a ser que no todos los rusos que vienen aquí de vacaciones son tan ricos, si lo fueran hubieran pillado un taxi o alquilado una limousina. Por otro lado, lo de ruso me lo estaba inventando. Raro sí que hablaban, sí. De hecho sí parecía que hablaran ruso pero había varios detalles que me hacían pensar que no lo eran. El primero era eso, que iban en autobús, y ya es raro ver a un ruso de vacaciones en un autobús. Otro detalle, estos no llevan bolsas de Loewe o Louis Vuitton, estos llevan bolsas de Zara y El corte inglés, y de rebajas. Y luego, el volumen de sus voces. No gritaban, hablaban con un volumen parecido al nuestro. Definitivamente, pensé, lo de ruso me lo estoy inventando. Además, ¿por qué cuando hablaba el hombre me parecía estar viendo a José Mota haciendo la parodia del butanero. Debe ser eso. Seguro que son rumanos (o algo por el estilo). ¿Y por qué todos los butaneros son rumanos (o algo por el estilo)?
Debo aprender a no dejar a la neurona correr a sus anchas, debo aprender a controlarla aunque sólo sea un poquito.
Fue todo muy rápido. La neurona se quedó pillada recordando a José Mota de butanero y cada vez que el pobre hombre abría la boca yo no sabía que hacer para poder controlar mis carcajadas. Al principio fue sólo una leve sonrisa que podía disimular fácilmente haciéndola pasar como gesto de alegría al ver estos fabulosos paisajes que habían pasado de foto costera con el mar y sus barquitos a lo lejos para convertirse en un típico paisaje de autopista a reventar. Afortunadamente pude encontrar la forma de justificar mis ahora puras carcajadas. Saqué el móvil e hice como que leía algo muy gracioso. Y es que el hombre no paraba de hablar y yo sólo escuchaba a José Mota diciendo que los chistes españoles no tienen gracia.
Menos mal, ya estaba llegando a mi destino y se había acabado la autopista. ¡Qué casas más monas! Claro que esto parece un folleto de trabajo de arquitectura. No se, tal vez sería más bonito si todas las casas tuviesen algo en común. No digo yo que fueran de esas calles en las que uno, necesariamente, se tiene que equivocar de casa porque todas son iguales. Pero es que aquí cada una es de su padre y de su madre. No me resulta muy atractivo ver una casa supermodernista de líneas rectas, cristales y acero al lado de una de piedra con su tejadito de tejas y su chimenea. No por nada, es que no soy capaz de decidir cual me gusta más y se me crea un doble o triple problema de envidia.
Menos mal, ya estoy llegando. ¿Cómo habrá pasado el día Ojosnegros? Bueno, entre tontada y tontada ya había conseguido cambiar el chip a maruja total y comenzó la siguiente etapa del día.
Bueno, sólo confesar una cosa. Por si alguien sufría por la nutrición de mi familia... no, no cenamos de bocatas. Al final me decidí a entrar en el supermercado con la idea de la barra de pan pero, ya que estoy aquí... acabé comprando lo justo para hacer una cena decente.