martes, 26 de abril de 2011

S'acabó lo que se daba

¡Ay, qué pena!

Esto ya s’acabao. Ya de nada sirven los días de vacaciones que nos hemos chupao por la cara gracias a los cristianos, y eso que, al menos aquí, hemos tenido un día más y hoy lunes también lo hemos tenido libre. Pero todo eso ya pasó, y dicen que no hay que mirar al pasado, que aguas pasadas no mueven molinos, que si patatín, que si patatán… pero el caso es que mañana, ¡a currar!

He pasado la tarde como si fuera la típica tarde de domingo. Triste, planchando, preparando las cosas p’al día siguiente… Una mierda, vaya. Si me gustase “er furbo” al menos me habría dado cuenta de que no era domingo porque no hablaban de eso en la radio. Pero, claro, es que tampoco suelo escuchar la radio.

P’os ná, que ya s’ha olvidao todo. Esos telediarios en los que salía gente llorando a moco tendido porque no salía la procesión por culpa de la lluvia… Ah, por cierto, vale que a mí personalmente me importa bastante poco que salgan o no las procesiones pero entiendo el palo que se lleva la gente cuando se suspenden. Entiendo que acaben llorando sin consuelo porque tras estar esperando un año para ver o participar en un acto (o espectáculo, no sé, llámalo “x”) y se suspende, y hasta el año que viene. Bueno, al menos se repite al año siguiente, Que quieres que te diga. ¿Se puede ver en dvd?  No, en serio. Visto objetivamente, quitándole toda historieta y separándolo de cualquier tipo de creencia, cualquier procesión medianamente decente es todo un espectáculo digno de ver y si, además, uno lo vive, pues enhorabuena y que lo disfrute.

Pero a lo que iba, que ya desvarío y esto iba de MÍ y de MI ombligo. Que estoy triste, llorosa y ojerosa, que yo no quiero madrugar. Que yo quiero salir a las doce de casa pá ir a la compra y a pasear a la niña por el parque…. Buaaaaaaah.

Y una, en ese fastuoso afán que me caracteriza de conocerme a mí misma, sabe lo que va a pasar mañana. Sonará la alarma del móvil a la hora señalada. Después de acordarte de la bendita madre de quien hizo el teléfono y los sacrificios que hizo la familia para pagarle los estudios, y, después de salir de tu boca unos exabruptos que harían sonrojarse al mismísimo demonio, te das media vuelta dándole a la tecla pá que suene dentro de 10 minutos. Evidente, podrías haber puesto el despertador diez minutos más tarde pero no, no es lo mismo ¡qué va! Pasados los diez minutos de las narices vuelve el infernal ruido. También es cierto que podrías haber escogido otro tipo de tono como alarma, pero puestos a machacarse el cuerpo con lo de madrugar ya vas y te lo machacas hasta el tuétano. Ya parece que la neurona empieza a tener cierta actividad. Teniendo en cuenta todo el espacio que tiene la solitaria neurona en la inmensidad de mi vacío cerebral, podría hacerse la maratón de San Silvestre ella solita ahí, en la cabeza, pero no son horas. Intentas levantarte pero de pronto, entre tu cuerpo y la sábana se está creando una especie de supervelcro que impide  que puedas despegarte de la cama. Pero tú, que eres marujilla y de estas cosas entiendes, sabes que para despegar un velero lo mejor es empezar por las esquinillas, así que empiezas a mover la punta de los dedos. En ese momento ya eres plenamente consciente de que no tienes ningún tipo de incapacidad para levantarte de la cama, es sólo que no quieres. Pero eres mayor, eres responsable, o eso quieres creerte. Haces un esfuerzo sobrenatural y empiezas a despegarte de la cama (juro que mentalmente hasta escucho el crrrrr ese que hace el velero) y te vas levantando. Mientras vas intentando desanquilosar los huesos casi que, en el fondo, estás esperando ver si algún hueso o algún músculo, o alguna de esas cosas que tenemos dentro, se queda agarrotao a así tienes excusa pá no currar, pero no cuela. Cuando eres pequeño es más fácil, basta con que le cuele a tu madre. Ahora es más difícil colársela a uno mismo. Total, que te acabas levantando y te pones en marcha… Buaaaaaaah

Y llegas al curro. Ya está. Lo has logrado. Ya pasó uno de los peores momentos del día (De todas formas siempre me ha extrañado bastante que, con lo atenta y buena que es la gente de mi curro y que esos días cuando llego no vengan a condecorarme… Creo que semejante odisea matinal bien se merece una medalla…)

Ahora ya ves a los colegas, se cuentan las cosillas de las vacaciones, se pone uno a currar, cafetito, currar, pin, pan… y ya está. S’acabó. Y encima, ya habrá pasado el lunes, que aquí ha sido festivo, y ya se acabó el curro del martes

Vale, cuando llegue ese momento estaré contenta, pensaré que ya por fin llega el miércoles y “mi bendito” tendrá día libre, que él sí que no sabe lo que es un paseo el domingo de resurrección porque le toca currar. Pero esto iba de MÍ y de MI ombligo y ahora mismo tengo un mosqueo de tres pares de narices. Me pondría a patalear y a lloriquear como una niña pequeña pero soy mayor y responsable (a ver si de mucho escribirlo algo se me pega) y sé que eso no se hace, caca. Y como no me puedo poner a llorar ni a protestar pues me he puesto a escribir tó esto, así que, date cuenta el mosqueo que llevo. Buaaaaaaah

sábado, 16 de abril de 2011

amor en el baño

¡Ja! T´has equivocao. Si no, hubiera escrito “follar (huy, perdón, hacer el amor) en el baño” No, va, venga. Esto no va de sexo, esto va de amor, De ese amor que va en mayúsculas (que ya lo podría haber escrito yo así, es verdad, pero entonces no me habría enrollado con este “entreparéntesis”) De ese amor a la familia, a los tuyos…(pío, pío, clinc, clinc) (esa tontería quiere decir como los bucólicos sonidos de pajarillos y campanillas.. Mariconadas, vaya.)

Todavía me acuerdo de mi madre dándome voces… cierra el tubo de la pasta de dientes, recoge la toalla del suelo, tira el tubo vacío del papel, no dejes abierto el bote de champú que le entra el agua, recoge la ropa… Va, miles de órdenes que sólo se cumplían muy, muy de vez en cuando. Básicamente, se cumplía con alguna de las órdenes o bien porque te daba el punto, lo hacías y casi que te sentías hasta mayor y todo. Otra de las posibilidades era que estuvieras en fase de peloteo total y absoluto con el objeto de conseguir algo. Incluso a veces se llegaba a cumplir alguna de las órdenes porque de verdad estabas convencido de que a tu madre le iba a pegar un jamacuco y le iba a explotar esa vena que se le hinchaba en el cuello y hasta, levemente, se te llegaba a pasar por la cabeza aquello de ¡pobre mujer, si no es pá tanto!

Y, de pronto, porque juro que esto sí que ha sido de pronto, te haces mayor. Y tienes tu casita, tu familia, y, no sebes muy bien cómo, pero te has convertido tú en la mamá de esa casita, las “señora” de la casa. La persona por la que preguntan los vendedores y los testigos de Jehová. ¡Alucinante! Resulta que la vida te pone a ti ante tu familia en una posición de ¿responsabilidad? Paradojas de este tipo te hacen comprender que el mundo vaya de culo, con perdón.  

Y, eso. Que, de pronto, un día, te das cuenta que eres tú la que, cuando entras en el baño, después de hacer lo que todos solemos hacer en este tipo de estancias, antes de salir, pasas un ratito cerrando el bote de champú antes de abrir la ducha, recoges la toalla del suelo, tiras el tubo de papel a la papelera, colocas las cosillas en su sitio, te llevas la ropa sucia a su sitiio… Y recuerdas. Y piensas… Bah, p'os tampoco es pá tanto. Que lo hago y ya está. Que pá que voy a desgañitarme y a gritar a nadie… ¡Qué stress eso de gritar!

Si esto es como el fabuloso capítulo ese de los Simpon’s (ese en el que sale U2, por cierto) y una fabulosa canción en la que todas las miserias típicas de los hogares las hacen los basureros. Pero t´ha tocao a ti ser el basurero (técnico en tratamiento de residuos y mantenimientos varios) de tu hogar.

Para qué te vas a pasar el día gritando y protestando porque tienes que hacerlo. P’os pá eso, no lo haces y te calmas y al que le moleste, que lo haga. Pero quieres a los tuyos, y lo haces y punto, no te cuelgas medallas de todo lo que has ido haciendo o dejando de hacer. Porque yo sería de las que dejaría el tubo de pasta de dientes abierto, igual que el bote de champú, y el de gel, y el de crema… pero a nadie nos gusta verlo así. Así que, como m´ha tocao a mí ser el  técnico en tratamiento de residuos y mantenimientos varios de mi hogar, voy a dejar de escribir, voy a dedicarme al tratamiento de residuos y mantenimientos varios de mi hogar, voy a ponerme la música al volumen que suelo ponerla cuando estoy sola y me acuerdo del reggetón de los vecino y, en vez de gritar, voy a ponerme a cantar. Si mañana llueve, se siente.



miércoles, 13 de abril de 2011

Será que me gusta

¿Será que me gusta “er furbo”?

Martes noche. Llega el momento de encastrarse delante de la tele. Empiezas a zapinear. Aquí lo fácil es decir aquello tan trillado de “es que no echan nada” No, a ver. Pelín de sinceridad, por favor. Hay un montón de canales para escoger, es lo que tiene el pagar el pack completo de la plataforma digital. Pero empiezas con que si esta peli ya la he visto, que si esta no mola, que si esta es para pensar y no es el momento (curioso, nunca es el momento de pensar) que si en esta hay que estar muy pendiente y… evidentemente, no tengo ya el cuerpo como para estar pendiente de una película de esas en las que tienes que recordar hasta el más mínimo detalle y a la que has cambiado catorce veces el final (y además te equivocas) Total, acabas metiendo la pata hasta el fondo diciendo aquello de “cariño, pon lo que quieras, a mi me da igual”

Si es que no se pá que hablo. Hubiera puesto yo directamente el Marca Tv y acabamos antes. Y, en ese faraónico afán de conocerme a mí misma que una va cultivando, me está empezando a surgir una inquietante duda… Estoy empezando a tener muy serios indicios acerca de la incipiente aparición de una especie de venilla masoca. Digamos que creo, o quiero creer, que, como mucho, está en fase preadolescente, que aún no tiene muy claro pá donde va a tirar y que, en cualquier caso, creo, o quiero creer, que aún le queda mucho hasta llegar a la fase adulta de fusta en mano, vestida de cuero hasta las trancas y con tacón de superaguja de quince centímetros, lo menos.

Sí, aún le falta. Porque, seamos sinceros. A mi el fútbol, gustarme… pues tampoco es que me vuelva loca (lo mío venía de serie) A mi me gusta el Madrid. Lo mismo me da fútbol que basket o petanca, pero el Madrid (Y España, por supuesto, lo lo lolo...) Tampoco es que me vaya a tragar cualquier partido porque sí, necesito que tenga un pelín de emoción pá captar una atención mínimamente respetable, vaya. Luego, que todo hay que decirlo, soy de las que, en un partido de esos de final de copa de renombre, grito y soy capaz de soltar tales exabruptos que serían capaces de sonrojar a la hermana ordinaria la “la” Belén Esteban.

Pero lo mío, mi relación amor odio con Marca tv, eso es de siquiatra (ay, si sólo fuera eso, lo de este blog en sí mismo seguro que se lleva todo un trimestre en la especialidad de psiquiatría…)

Si es que molestarme tampoco es que me moleste. En el fondo hablan de unos profesionales del deporte, de su trabajo y las competiciones. Lo mezclan con un pelín de discordias, alguna que otra sacada de tiesto, algún que otro titular exagerado. Pero tiene su aquél. También tiene su toque graciosillo, de esos toques que, no entiendo como, sin estar atenta, me sacan una sonrisilla… (vale, y hasta carcajadas) y, no es que lo crea, o me lo quiera creer, es que definitivamente lo prefiero a programas donde se grita gente famosa por salir en la tele contando su vida y pegando gritos. Juro que a veces he puesto alguno de esos programas “pá ver”  Totalmente indecentes, amorales, una ofensa para los sentidos del gusto, del oído... Tremendos, vaya. Pero no me apetece en absoluto pensar en ese tipo de programas. Tres minutos para ver qué es eso de lo que habla la gente, y sobran dos y medio. Por ese tipo de cosas y programas son los por los que no me importa ver programas de deportes. ¿O será que, en el fondo, claro, me gusta “er furbo”?

Y, siendo sinceros. A mí que más me da. Tengo la suerte de ser mujer y poder hacer varias cosas a la vez. Puedo estar pendiente del programa de fútbol, comentar las cosillas del día y escribir a la vez.

Y se acaban los deportes y me pone la peli “Tres padrinos” Menudo viaje de testosterona que debe estar teniendo el colega. No tengo palabras. Estoy emocionada. Siendo la hora que es… Seguiré haciendo varias cosas a la vez, aunque dejaré de escribir, seguiré la peli, me dormité como un ceporro, babillas y ronquidos varios incluidos, y soñaré con los angelitos.


sábado, 9 de abril de 2011

"Finde" marujero

Llega el esperado sábado morning. Marujeo’s time total (de ahí la facilidad que tengo en dejarlo todo para ponerme a escribir… porque m’ha dao’l punto, eah) Que va una por la casa, tralarí tralará, con la bayetita y la escobita, tralaría tralará, que si la lavadora que si el baño, tralarí tralará, deseando, y no en el fondo sino que muy, muy, muy superficialmente, poder pasar una mañana de sábado rascándome el ombligo a dos manos, tralarí tralará… Y un vecino tiene la suerte de no pasar el sábado limpiando, no. Este vecino tiene la suerte de pasar la mañana haciendo uno de los hobbys más practicados los fines de semana y a la hora de la siesta, el bricolaje.

En un primer momento mi neurona piensa… ¡qué envidia! Ya quisiera yo dedicarme a lijar las puertas en vez de estar pasando el plumero… Al cabo de un rato de ruidos varios la neurona comienza a revolverse en sí misma y de la envidia pasa a las ganas de practicar bricolaje taladrándole las meninges al vecino en cuestión.

Llega el momento del bocata del vecino, o eso me imagino dado el silencio sepulcral que se respira en toda la finca, P’allá que voy y pongo mi música. Esta vez el volumen no me importa en absoluto, tampoco es que me pase. A fin de cuentas desde el salón apenas se escucha la música que he puesto en la cocina, y eso en una finca en la que cuando el vecino estornuda tú le dices “Jesús” y él te responde que gracias, dando paso a una conversación de lo más pintoresca.

Ha debido acabarse el bocata. Me pica la vena cotilla y comienzo a desvariar. Me pregunto (y en el fondo pienso que a mí qué puñetas me importará) los motivos del bricolaje vecinal. ¿Será por afición? Mucho ruido pá estar haciendo un marquito de madera. ¿Será un arreglo? P’os mucho se les tiene que haber roto, lo digo por el ruido que está liando. Después de muchas preguntas del mismo estilo (lo que hace una por no pensar en los problemas de la vida) he llegado a la conclusión de que está construyendo dentro del piso y a escala El Escorial. No hay otra explicación posible.

Esto es horroroso. Tras largo rato, interminable rato, cae por fin el gelocata. Piensas en lo bendita que debe ser la madre del vecinito de los “güevos”… Una parte de ti está preparando el taladro para ir a hacer bricolaje con su cabeza, otra parte de ti te dice que hay que ser civilizados y te planteas ir llamando a los locales pero bueno, reaccionas y te acuerdas de cuando a ti te pega por pillar la sierra de calar y te haces unos largos con tableros. Pero no hay color, ¡que va! Cuando a MI me pega por el bricolaje, mis herramientas no hacen ruido, quizás un leve zumbido apenas perceptible. El polvo que levanto no es polvo, es una fina capa de embellecimiento total. Y las horas a las que yo bricoleo son las más normales del día, porque seguro que no hay nadie viendo la tele, o leyendo, o escuchando música, ¿y descansando? Eso menos todavía, porque yo no estoy descansando, yo estoy haciendo bricolaje y tampoco es que esté esculpiendo el David de Miguel Ángel, que es otra de las posibilidades que he pensado que puede estar haciendo el vecino.

Bueno, vuelvo al marujeo. Me voy a pasar el aspirador, que no hace nada, pero que nada de ruido, quizás un leve zumbido apenas audible…

lunes, 4 de abril de 2011

Odisea en la SS - Capítulo 328


Si es que no se puede ser más tonta. Lo se. Lo asumo. Es más, creo que podré vivir con ello, avergonzada, eso sí, pero viva (con permiso de la SS). Que a veces es mejor dejar las ideas en eso, en ideas. Y los ideales… eso sería mejor darse de cabezazos contra la pared antes que hacer caso de esos ideales que, a fin de cuentas, pa´lo único que sirven es para que uno tenga que acabar comiéndose sus palabras (ideales) con patatas y sin pan.

Que iba yo muy a gustito por la vida con mi seguro médico privado, buscando a qué médico iba a ir, mirando a qué clínica podría ir en caso de urgencias, llamando a cuatro especialistas a ver cual me daba cita primero, o a ver si opinaban lo mismo…ingresos en clínicas privadas, con la habitación pá mí sola… Y de pronto a la neurona le da por hacer de las suyas y me doy cuenta que cada vez que voy a algún sitio (aunque sea al mismo) tengo que dar todos mis datos, que si mi grupo sanguíneo, que si tal o cual alergia, y tal y cual antecedentes… Y no contenta con eso, la neurona sigue dándole. Y entonces se junta la idiota de la neurona con la vena, la rojilla, que se pone toa chula y se cree marxista leninista (lo menos) Y las dos juntas (sin que yo pudiese hacer nada por evitarlo) deciden que no, que ya está bien. Que qué narices es eso de seguro privado. Que precisamente los que trabajamos para el estado (el neurótico) tendríamos que usar, fomentar, propiciar (y chorradas por el estilo) los propios servicios del estado y bla bla bla. Que como idea, vale, en cualquier caso siempre sería debatible, como idea que es. Pero ahí que voy yo y no se me ocurre mayor disparate que hacer caso a la idiota de la neurona aliada con la vena. Y voy y me pongo como seguro médico… LA SEGURIDAD SOCIAL.

Ocho mil quinientos cabezazos me podría haber dado en la cabeza (boba, que soy muy boba).
   
Y voy un día a mi nueva médico de cabecera, a presentarme, a que anote mi historial, a pedir mis recetas… Y bien. La gente esperando y quejándose porque pasan diez minutos de la hora a la que le citaron… Eso es muy curioso. Yo he esperado más tiempo en consultas privadas y todo el mundo se calla, nadie protesta. Una vez tardaron DOS HORAS en llamarme, en una consulta privada de un médico al que iba con cita previa. No es que estuviera esperando yo sola, había más gente. Hasta me quedé dormida del silencio que había.

Y llego a esa mi primera cita y todo el mundo está protestando. Y sale un momento la doctora de su consulta y está todo el foro cuchicheando que si se ha ido a tomar un café, que si que poca vergüenza… de todo, oye. Y llega la mujer al cabo de dos minutos, con dos paquetes de folios en la mano y me fijo que la gente s´ha quedao callada pero por más que miro a mis compañeros de espera no veo que nadie se ponga rojo (con lo q´han rajao por esa boquilla…)  Y bien. Ningún problema.

Y llega un día y tengo un problema. Y pido mi cita. Bueno, un par de días de espera… (asumible). Ningún problema. Y llego a mi cita. Bueno, no es mi médico, es una sustituta. No importa, pienso (esa fea costumbre que a veces tengo) estará igualmente cualificada…

Un momento después estaba poniendo una queja de dos folios.

Jamás entendí la frase esa de “buscar una baja” ni la de “pedir una baja” Nunca entendí que una baja se pidiera. Siempre pensé que cuando uno no está bien para trabajar el médico le da la baja mientras se cura… (vuelve la fea costumbre… la de pensar)

Le pido, LE RUEGO la baja porque no puedo andar, pero me dice que no, que no tengo nada que sea motivo suficiente para tener una baja médica (desde entonces voy a currar andando con las palmas de las manos y cuando tengo que levantarme de mi mesa por lo que sea voy haciendo una cuantas volteretas combinadas con unos saltitos mortales…) y me manda una radiografía. Evidentemente tampoco creyó que fuese urgente… ningún problemamalditazorradebaboloniaasitepasaraestoatihijademalamadre...

Esto fue hace mes y medio. Tiempo suficiente para que me hubieran hecho una radiografía (y el historial genético de mi familia al completo, incluida mi tía abuela de Burgos con sus trece hijos, y descendientes) me hubiesen tratado y estar actualmente preparando la fase de clasificación para las pruebas de 1500 vallas de las próximas olimpiadas. Y aquí estoy yo, mes y medio después, con una cita de Rx que se ha traspapelado, con un dolor en los pies que ya no me tengo en los idems y jurándome que la próxima vez que pille a las imbéciles de la vena y la neurona haciendo de las suyas las expulsaré a las gónadas de quien me lleva aguantando más de media vida a ver si ahí no se sienten tan solas y dejan de liarla.