¡Ay, qué pena!
Esto ya s’acabao. Ya de nada sirven los días de vacaciones que nos hemos chupao por la cara gracias a los cristianos, y eso que, al menos aquí, hemos tenido un día más y hoy lunes también lo hemos tenido libre. Pero todo eso ya pasó, y dicen que no hay que mirar al pasado, que aguas pasadas no mueven molinos, que si patatín, que si patatán… pero el caso es que mañana, ¡a currar!
He pasado la tarde como si fuera la típica tarde de domingo. Triste, planchando, preparando las cosas p’al día siguiente… Una mierda, vaya. Si me gustase “er furbo” al menos me habría dado cuenta de que no era domingo porque no hablaban de eso en la radio. Pero, claro, es que tampoco suelo escuchar la radio.
P’os ná, que ya s’ha olvidao todo. Esos telediarios en los que salía gente llorando a moco tendido porque no salía la procesión por culpa de la lluvia… Ah, por cierto, vale que a mí personalmente me importa bastante poco que salgan o no las procesiones pero entiendo el palo que se lleva la gente cuando se suspenden. Entiendo que acaben llorando sin consuelo porque tras estar esperando un año para ver o participar en un acto (o espectáculo, no sé, llámalo “x”) y se suspende, y hasta el año que viene. Bueno, al menos se repite al año siguiente, Que quieres que te diga. ¿Se puede ver en dvd? No, en serio. Visto objetivamente, quitándole toda historieta y separándolo de cualquier tipo de creencia, cualquier procesión medianamente decente es todo un espectáculo digno de ver y si, además, uno lo vive, pues enhorabuena y que lo disfrute.
Pero a lo que iba, que ya desvarío y esto iba de MÍ y de MI ombligo. Que estoy triste, llorosa y ojerosa, que yo no quiero madrugar. Que yo quiero salir a las doce de casa pá ir a la compra y a pasear a la niña por el parque…. Buaaaaaaah.
Y una, en ese fastuoso afán que me caracteriza de conocerme a mí misma, sabe lo que va a pasar mañana. Sonará la alarma del móvil a la hora señalada. Después de acordarte de la bendita madre de quien hizo el teléfono y los sacrificios que hizo la familia para pagarle los estudios, y, después de salir de tu boca unos exabruptos que harían sonrojarse al mismísimo demonio, te das media vuelta dándole a la tecla pá que suene dentro de 10 minutos. Evidente, podrías haber puesto el despertador diez minutos más tarde pero no, no es lo mismo ¡qué va! Pasados los diez minutos de las narices vuelve el infernal ruido. También es cierto que podrías haber escogido otro tipo de tono como alarma, pero puestos a machacarse el cuerpo con lo de madrugar ya vas y te lo machacas hasta el tuétano. Ya parece que la neurona empieza a tener cierta actividad. Teniendo en cuenta todo el espacio que tiene la solitaria neurona en la inmensidad de mi vacío cerebral, podría hacerse la maratón de San Silvestre ella solita ahí, en la cabeza, pero no son horas. Intentas levantarte pero de pronto, entre tu cuerpo y la sábana se está creando una especie de supervelcro que impide que puedas despegarte de la cama. Pero tú, que eres marujilla y de estas cosas entiendes, sabes que para despegar un velero lo mejor es empezar por las esquinillas, así que empiezas a mover la punta de los dedos. En ese momento ya eres plenamente consciente de que no tienes ningún tipo de incapacidad para levantarte de la cama, es sólo que no quieres. Pero eres mayor, eres responsable, o eso quieres creerte. Haces un esfuerzo sobrenatural y empiezas a despegarte de la cama (juro que mentalmente hasta escucho el crrrrr ese que hace el velero) y te vas levantando. Mientras vas intentando desanquilosar los huesos casi que, en el fondo, estás esperando ver si algún hueso o algún músculo, o alguna de esas cosas que tenemos dentro, se queda agarrotao a así tienes excusa pá no currar, pero no cuela. Cuando eres pequeño es más fácil, basta con que le cuele a tu madre. Ahora es más difícil colársela a uno mismo. Total, que te acabas levantando y te pones en marcha… Buaaaaaaah
Y llegas al curro. Ya está. Lo has logrado. Ya pasó uno de los peores momentos del día (De todas formas siempre me ha extrañado bastante que, con lo atenta y buena que es la gente de mi curro y que esos días cuando llego no vengan a condecorarme… Creo que semejante odisea matinal bien se merece una medalla…)
Ahora ya ves a los colegas, se cuentan las cosillas de las vacaciones, se pone uno a currar, cafetito, currar, pin, pan… y ya está. S’acabó. Y encima, ya habrá pasado el lunes, que aquí ha sido festivo, y ya se acabó el curro del martes
Vale, cuando llegue ese momento estaré contenta, pensaré que ya por fin llega el miércoles y “mi bendito” tendrá día libre, que él sí que no sabe lo que es un paseo el domingo de resurrección porque le toca currar. Pero esto iba de MÍ y de MI ombligo y ahora mismo tengo un mosqueo de tres pares de narices. Me pondría a patalear y a lloriquear como una niña pequeña pero soy mayor y responsable (a ver si de mucho escribirlo algo se me pega) y sé que eso no se hace, caca. Y como no me puedo poner a llorar ni a protestar pues me he puesto a escribir tó esto, así que, date cuenta el mosqueo que llevo. Buaaaaaaah